Coca vs. coca
El psiquiatra Teobaldo Llosa ha creado una increíble terapia para curar adictos a la cocaína. Se trata de sacarlos de ese vicio con la propia sustancia que los hundió: la cocaína. Su alternativa parece descabellada, pero él asegura que es científica. ¿Otro uso para la vilipendiada hoja? Por Jorge Loayza.
Este médico ha pasado gran parte de su vida pegado, literalmente, a la cocaína. A inicios de los ochenta, cuando la pasta básica hacía furor entre la juventud, el doctor Llosa trataba a los adictos con los métodos que se conocían hasta esa época –también aplicaba el electroshock–, pero era en vano porque los pacientes recaían. Entonces se le ocurrió hacer las primeras operaciones de cingulotomía, en las que –de acuerdo a su teoría– aspiraba una zona del cerebro que era la encargada de obedecer el control de los impulsos en los adictos. Con esas intervenciones, el cincuenta por ciento de sus pacientes mejoró, pero aún faltaba resolver el problema de la otra mitad. Solución verde Angustiado en su busca de una cura para los pacientes más difíciles, el doctor Llosa cuenta que pensó en hacer algo similar a los parches de nicotina, creados para curar la adicción al tabaco. Fue entonces que viajó a Quillabamba, Cusco, para hacer estudios con la hoja de coca y específicamente el mate que se elaboraba con ella. En Lima probó la terapia con algunos pacientes: daba dos o cuatro tazas de mate de coca diarios a los adictos que habían decidido curarse, para calmar sus ganas de consumir cocaína. Afirma que vio resultados positivos en la mayoría de los pacientes. El argumento del doctor Llosa es claro, aunque faltan los testimonios concretos de sus pacientes curados –dice que prefieren el anonimato–: si un adicto consume un gramo de cocaína al día, cuando entra en una etapa de recuperación, su organismo le va a pedir esa sustancia. La solución es darle cocaína en mates. Con dos tazas tres veces al día, ese paciente solo va a consumir 30 miligramos, con lo cual va a calmar sus ansias, pero no dañar su organismo ni sufrir cambios en su conducta. "Es diferente inhalar cocaína que consumirla por vía oral. Por la primera vía, el efecto es rapidísimo. En cambio por la boca demora y, si la dosis es baja, las consecuencias son mínimas. Miremos a los serranos que todos los días chacchan tanta cocaína como un adicto capitalino y no los vemos andando por las punas como locos, sino que están tranquilos comiendo su cancha", explica el doctor Llosa con la confianza de tener la gran cura. Pero su tratamiento no es así de fácil. Un adicto compulsivo debe ser internado en un clínica para ingresar a un proceso de desintoxicación. Para evitar los síntomas de ansiedad y mantenerlo sedado durante unos tres días, se le aplica suero y diazepam. El doctor señala que el tratamiento es ambulatorio y que si la persona presenta alguna psicopatía como la depresión también deberá ser medicada. Solo después se empieza el tratamiento con mate de hojas de coca, es decir cocaína oral para calmar sus ganas de consumir grandes cantidades por la nariz. Cree tanto en su receta que en su momento salió a algunos medios de comunicación para recomendársela al mismo Diego Armando Maradona.
Llosa indica que si un poblador promedio del Ande consume treinta gramos de hoja de coca al día, en esa cantidad solo hay ciento cincuenta miligramos de cocaína mientras que un adicto usa normalmente un gramo para drogarse que viene a ser mil miligramos. La diferencia –precisa el doctor– es que por vía oral los efectos de la cocaína se sienten a los quince o treinta minutos. "Un adicto no se droga con mates de coca porque va a tener que tomarse varios litros y antes de sentir los efectos va a estar ahogado", dice entre risas el especialista. El ochenta por ciento de los pacientes sometidos a la terapia del mate de coca han sido curados de su adicción a la cocaína, según indica su creador, quien "ya no recuerda" cuántos casos ha tenido bajo su singular propuesta. Poco le importa lo que diga la comunidad científica peruana sobre el uso de la coca para salvar adictos, porque dice que algunos hasta lo califican de loco. En el último congreso anual sobre drogodependencia, en Arizona, Estados Unidos, su propuesta fue bien recibida. El doctor Llosa aspira curar a los adictos a la cocaína. Y el color de esa esperanza es verde, como la hoja de coca que usa para las curaciones.
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