el clavo de tu flor
consta a nuestra piel el improperio
arremetiendo rivales dedicados al canto
al maestro propio al huésped
saber del pálido crimen
de la estatua que decae
al enamorarse de tanta gente
contigo también, pero no creas
que dejaras el clavo de tu flor
prefiero tu locura instruida
con formulas rivales de mi sombra
o las manchas inmaduras bajo el edredón
cual extraños converge
esta sociedad gemela al borde
de lo luminoso y formal
se estrella con el instinto
con la tierra cantando su gloria
huyendo de los sentidos del festín
moldea el sarcasmo la incomprensión
como algo elegido en la cotidianidad
el enigma critica el genio amarillo
sus heridas susurran la pesada ausencia
respira y abre su carne detrás del jardín
todo es diferente después de los soles
después de la sorpresa después de la ira
las ventanas escriben de tu mano
disgustada con los ojos del padre
del enfermo que murió sin batalla
la frente legitimando su expulsión
el acto de parir a la distancia
bajo la nieve duerme el capullo aquel
que dibuja tus palabras en su escaparate
bajo el árbol del horizonte
que con fuerza acaricio tu cielo
su corazón vende pelusas en el exilio
con la boca escarcha la sombra
entregándose a luces lejanas
vagabundas de esperanza terrenal
cual trama libertada de su grito
vuela mas allá de las nubes
agitando armonías de fiesta misteriosa
hacia la tempestad lúgubre
y sin importancia que inflama a su maldad.
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