anoche estube pènsando como eran las musas de hiel
A tí te digo, puerco sarnoso!, ¡sal acá!, ¡aquí te espero!, ¡sal si te atreves! Haz quanto puedas y quanto Dios te permitiere en mi cuerpo, que en mi alma, fío en mi esposo que no podrás. Sal, bestia cornuda, ¡riñamos!
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