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CÁNCAMO

Descubrí una estrella que se mordía las alas, junto a ella cinco letras poco legibles, descifrar lo que decían me tomo seis meses, al final del trabajo comprendí su mensaje, en los días de mi encierro descifrando deje que sus manos dibujaran la vida deje que sus ojos me obsequiaran el mundo, acostumbrado yo al retiro deje que la estrella contara su destino ahora en mis manos, dijo que lleva 18 años tratando de no volar, que su padre la abandono por una hija joven me confeso su belleza ancestral mientras dormía, también una vez intento matarme con su luz, jamás volvió a intentarlo pues la encerré entre mis redes que tejo cada noche, para el tercer mes de nuestra convivencia, ya no era una estrella alada tan solo un cuadrado, quejándose de su destino obtuso; dos días antes de separarnos miramos juntos el mar, vimos cáncamos en el fuero de Poseidón y ella derramo lagrimas doradas que yo lamía, como un lagarto en el desierto, aquella tarde me enseño el sol que ella conocía, me llevo a un viaje al infinito sobre su lomo, al regresar me dijo que se marchaba entonces golpeé su cuerpo hasta el hastío, le increpe el porque de su abandono, en silencio y casi invisible, escribió en la arena nuevamente las cinco letras poco legibles y desapareció, ya han pasado dos meses pero no se ha ido, están sus garabatos que sigo descifrando, en negras noches sin estrellas, aparece la mía, con su magia, gritándome desde arriba sus cinco letras que ahora entiendo -TE AMO.

 

 

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